Osvaldo Pedro Fernando
Jaeggli nació el 19 de mayo de 1906 en Paraguarí, un pueblito cercano a
Asunción, en la República del Paraguay.
Finalizado sus
estudios secundarios ingresó en la Facultad de Medicina de Asunción.
Solventó su carrera
trabajando como cartero fluvial, lo que significaba llevar la correspondencia
por los distintos riachos del Paraguay en una lancha y luego ingresó en el
Hospital Militar como enfermero hasta que se graduó a los 23 años.
Apenas recibido se
trasladó a Ituzaingó en 1930 e instaló su consultorio en el pueblo.
Su carrera
hospitalaria la desarrolló en los Hospitales Rawson, Clínicas, Muñiz, Roffo y
Haedo donde se especializó en cirugía y traumatología.
En 1931 estalló la
Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia. Abandonó todo y se alistó como
médico de las tropas paraguayas permaneciendo en el frente, en la selva del
Chaco, hasta que se enfermó de paludismo y fue evacuado a Asunción, donde fue
tratado convenientemente y pudo volver a Ituzaingó donde reabrió su
consultorio.
En 1940 ya con 34 años
se casó con María Elena Uthurralt, hija de vascos que poseían campos en La
Matanza.
En 1947 es nombrado
jefe de Cirugía del Hospital de Merlo.
En 1953 construyó y
fundó un sanatorio, la Clínica Merlo, donde trabajó hasta su jubilación a los
80 años.
En 1960 ingresó al
Rotary Club de Ituzaingó donde fue presidente y posteriormente gobernador de
distrito.
Retirado de la
medicina escribió 2 libros. El primero “Cuentos de la guerra del Chaco y de
otro tiempo” donde narró las anécdotas de la guerra y le valió ser nombrado
Académico de Historia Militar de la República del Paraguay.
El segundo “San Martín
una Cumbre”, allí volcó todo su conocimiento sobre el prócer a quien admiraba.
Un excelente libro de texto que el autor donó a escuelas de Ituzaingó y Merlo.
Falleció en 1995 en
Ituzaingó a la edad de 89 años.
En 2001 recibió
post-mortem el Premio Personalidad e Institución Ilustre Santa Rosa de
Ituzaingó.
HISTORIA DE VIDA
Reportaje exclusivo
para la Revista Médicos Asociados al Círculo Médicos Morón, 3 de agosto de 1994
El 22 de agosto
próximo pasado se cumplieron 62 años de la creación de nuestro Círculo Médico.
Sobrevive de aquella
pléyade de visionarios del año 1932 solamente el Dr. Osvaldo Jaeggli que con
sus jóvenes 87 años nos recibe en su vieja casona de Ituzaingó, donde recaló
desde su natal Paraguay allá por el año 1931.
“Nací en el país
vecino, hijo de padres argentinos, por lo cual opté por la ciudadanía
argentina, sintiendo aún gran orgullo de ser argentino”.
A los 23 años me
recibí de médico, desempeñándome en la Sanidad Militar, que luego retomé
durante la Guerra del Chaco, contienda fratricida que ensangrentó por aquel
tiempo a la joven América. Vine aquí a causa del paludismo, ya que me evacuaron
por falta de medicamentos y posibilidades de atención.
¿Dónde se instala
cuando llega?
“Aquí en la zona,
porque vine del Paraguay sin un rumbo preciso o premeditado, sin ningún
ofrecimiento. Mi familia estaba acá y supieron por una muchacha que estudiaba
Farmacia que un colega suyo que vivía en Ituzaingó le comentó que el único
médico que aquí se desempeñaba no tenía ni tiempo de cerrar la puerta de su
auto cuando atendía a sus pacientes con una dedicación exclusiva a toda hora y
en todo lugar: era el Doctor Gelpi. Era una personalidad, reconocido por su
desinterés, hombría de bien y gran capacidad. Esa fue la principal causa de mi
radicación aquí”.
¿Cuáles eran sus
colegas en la zona?
“Bueno… en Merlo el
Dr. Lagomarsino que también militaba intensamente en política.
En Morón el Dr.
Perissé, Speratti, Bó, Bertanoglio, quien hizo la Clínica Modelo
…en Haedo, el Dr.
Fassola….
En Castelar, el Dr.
Spina
En Hurlingham el Dr.
Delfor Díaz….”
¿Qué problemas los
movieron a agruparse para fundar el Círculo Médico de Morón?
“En aquella época la
Medicina Prepaga y las Obras Sociales no existían. Los intereses eran otros, el
Dr. Perissé de Morón, quien tenía más sentido gremial nos convocó para hacernos
cargo de la Clínica Modelo, ese objetivo en definitiva no se concretó, pero de
esa convocatoria nació el núcleo que después creó el Círculo Médico de Morón.
Posteriormente el Dr.
Daniel Gómez con un cirujano, el Dr. Galtieri toman la Clínica y comienzan a
darle el prestigio que después adquirió.
Eran años
políticamente conflictuados, era reciente la Revolución del 6 de setiembre. Yo
era apolítico y no tenía antecedente de militancia, esa fue la razón por la
cual el comisario Izurieta allanó todas las dificultades para ubicar mi casa en
Ituzaingó y ocuparme del Hospital de Merlo, cuyo fundador el Dr. Lagomarsino había
sido expulsado por pertenecer al partido opositor.
Allí comencé mi
carrera quirúrgica. Hice una verdadera residencia de tres años en el Instituto
de Clínica Quirúrgica del profesor Arce, conocimientos que trasladaba al
Hospital de Merlo, donde hacíamos toda la cirugía factible en aquella época,
auxiliados simplemente con el éter y la raquídea –si se ponía violeta,
levantale el Ombredane, si estaba por despertarse, luxale la mandíbula, sino,
tirale de la lengua, así se dormía más profundamente- épocas heroicas.
Hacíamos cirugía
abdominal importante, gastrectomías con mucha frecuencia.
Por aquella época yo
colaboré con Ivanicevich en un trabajo para la Academia de Cirugía, incluyendo
la opinión de cincuenta cirujanos gastrointestinales quienes decían que la
patología intestinal era más psicosomática que quirúrgica. Era la época en que
cuanto más estómago se sacara, era mejor.
Por aquella época con
el Dr. Danilo hicimos el Hospital de Marcos Paz, transformando la Sala de
Primeros Auxilios en un Centro Quirúrgico para la época.
¿Cuándo instala su
Clínica en Merlo?
Alrededor de 1940
salen a remate terrenos que decido comprar con un crédito del Banco Hipotecario
Nacional. Con muy poco dinero y ese aporte, vendiendo parte de los terrenos
comprados en el remate, construí los dos primeros pisos de la Clínica, que hoy
ya son cuatro y está manejada por mis dos hijos varones y en donde los enfermos
no tienen que ser subidos por la escalera en una camilla articulada, como al
comienzo y donde los avances de la Tecnología Moderna están al día”.
¿Cuántos hijos tiene?
Tres. Esos dos
varones, médicos y una mujer. También forma parte de mi “familia de médicos” mi
nieta (hija de mi hijo mayor), quien se graduara con excelentes calificaciones
y a quien con todo orgullo le transferí el regalo que me hiciera el Círculo
Médico de Morón, al cumplir los 50 años como institución: una lapicera de oro
con la que ella prescribirá, lo que yo ya no hago.
¿Qué número de
matrícula tiene Dr?
Provincial: 30062,
nacional: 192.
¿Cuánto hace que no
trabaja como Médico?
Trabajé hasta los
ochenta años. Dejé por algunas limitaciones, mi soma no da. Si no seguiría aun.
Paradójicamente me dio oportunidad de liberar una inquietud espiritual: en un
post operatorio aburrido de tener que permanecer en reposo pedí un cuaderno de
tapas duras y escribí un libro: “San
Martín, una cumbre”, que hace muy poco tiempo, el 8 de junio pasado para ser
más preciso, el Instituto Nacional Sanmartiniano recibió en un acto público la
edición. Repartí el libro en las cincuenta escuelas que hay en Ituzaingó,
porque es un libro de lectura muy accesible para quienes no tengan información
previa sobre el tema. Lo hice para que al formar parte de sus bibliotecas,
pueda llegar a muchos niños, teniendo en cuenta que nuestro Patriota es un
ejemplo por sus conductas, su moral, su integridad. En él encontré:
Disciplina
Cumplimiento del deber
Energía
Entereza
Desinterés
Honradez
Valor
Modestia
Sencillez
Temeridad
Decisión
Astucia
Responsabilidad
Perseverancia
Prudencia
Benevolencia
Magnanimidad
Minuciosidad
Si solo toman y hacen
suyas algunas de ellas, ya serán mejores”.
¿Había escrito anteriormente?
Antes lo hice sobre La
guerra del Chaco y el Instituto Academia de Historia Militar del Paraguay me
declaró Miembro Académico, entregándome un diploma en Asunción el 17 de
noviembre de 1989.
¿Alguna anécdota de su
actividad, doctor?
Una no muy alegre.
Para mi trabajo yo disponía de un maletín con el que hacía las visitas a
domicilio. Lo había provista de todos los elementos enanos –tambor de gasa,
jeringas de vidrio para hervir, no había descartables, una caja donde sobre una
almohadilla alineaba todos los inyectables de uso habitual, una capa de bombero
impermeable con capucha y un par de botas.
Bueno, un día con todo
dolor comprobé que me la habían robado. ¿A quién le podrá haber servido? Las
botas y la capa eran muy útiles pues las calles eran de tierra, el barro las
hacía intransitables para el auto y en las esquinas había cruces de piedra pero
no cuatro, sino dos por lo que había que caminar un poco más. Recuerdo un
camino hecho con baldosones que iba desde la barrera de San Antonio de Padua
hasta la Villa de las Naciones, donde alguna gente los domingos cazaba
perdices.
No me quiero olvidar
de una típica cosa de Ituzaingó de aquel tiempo. Tenía su propio tranvía que
cubría el tramo estación Ituzaingó – Villa Ariza. Su motor era de un Ford T “a
bigotes” que el conductor invertía al llegar a su destino para iniciar de nuevo
la vuelta.
¿Cómo era la medicina?
Bueno, había que
atender y resolver todo. Clínica, pediatría, ginecología. Felizmente y para
gran alivio nuestro, primero vino un pediatra, luego un clínico el Dr. Cleinmans.
El trabajo era total y personal, tenía un aparato de rayos portátil que llevaba
en una valija, hacía las radiografías y en mi casa en un cuartito que
llamábamos “oscuro”, las revelaba y fijaba.
Yo había hecho un
curso de tres meses en Córdoba con el Dr. Rienzo para capacitarme en rayos.
Tenía una simple
camilla ortopédica y hacía los yesos personalmente. Felizmente hoy todo se ha
simplificado.
¿Por qué decidió ser
médico?
Tenía suma curiosidad
por saber cómo estaba constituido el cuerpo. Mis primeras notas en Anatomía e
Histología fueron sobresalientes. Disponíamos en Paraguay de un cadáver para
cada diez estudiantes, de manera que el estudio podía ser muy completo.
Otro recuerdo de mi
Paraguay es que hablo guaraní, ya que durante la guerra estaba prohibido hablar
a la tropa en otro idioma. Por teléfono, más aun, ya que la comunicación iba a
cable pelado por la selva. Todo lo que les comenté forma parte de mi vida
profesional.